ENTREVISTA A JOSÉ ANTONIO LABORDETA DE ARANTXA URZAY LAHOZ
Su infancia y juventud la pasó aquí en Zaragoza, su estancia en Teruel...
son lugares que le han marcado profundamente, también Belchite de donde era su padre, ¿le ha dejado huella? Sí, porque mi padre tenía un sitio en
Belchite, en el río Aguasvivas. De pronto había un corte que llamaban el Pozo de los Chorros
y sobre ese pozo mi padre tenía un pequeño huerto que se llamaba el Tercón y allí pasamos muchos
veranos y naturalmente eso me marcó. El paisaje de esa zona me marcó mucho.
Luego mi padre que era muy belchitano, muy belchitano, se compró unos olivares
al final, en lo que llaman la Riera y ahí he pasado muchas temporadas y todo
ese paisaje, lo que llaman El Saso, el pueblo derrumbado... la tristeza del pueblo
abandonado, porque yo creo que el pueblo cuando acaba la Guerra no está tan
destrozado como está ahora. Yo creo que es un pueblo hundido por la desidia
o por el abandono, no porque el pueblo sufriera en la Guerra. Madrid, Teruel,
Brunete, muchas ciudades españolas sufrieron tanto o más que Belchite, pero
como Franco lo hace pueblo adoptado deja que ese pueblo mudéjar tan bonito,
con mucha personalidad, se vaya hundiendo y manda hacer el nuevo Belchite, que
es un pueblo sin ninguna personalidad.
¿Qué cree que habría que hacer para recuperar el viejo Belchite?
Yo sería partidario de derrumbarlo totalmente porque da la sensación que aquí
somos unos fraticidas que nos matamos como bestias y yo vuelvo a decir que
está así por desidia, no por desidia sino porque se decidió dejarlo abandonado,
es un pueblo de arcilla y la arcilla se derrumba rápidamente. Yo he cantado en
ese pueblo, yo he estado en el casino de ese pueblo cantando, yo he recorrido
muchísimas veces la calle mayor de ese pueblo que es una calle estupenda y ahora
José Antonio Labordeta delante de la iglesia de
San Agustín, en Belchite el Viejo
324 Comarca de Campo de Belchite
da mucha pena, yo creo que lo mejor que pueden hacer es derrumbarlo todo,
porque cuando llegas allí y ves esa situación te da un poco de angustia. Dices, ¡qué
barbaridad, qué hubo aquí! Pero bueno, hubo una batalla, hubo un frente pero lo
mismo hubo en Brunete, en Teruel, en Madrid o en Toledo y sin embargo hoy en
día son pueblos que están vivos. Belchite está muerto.
Como usted bien dice, actuó en el casino del pueblo viejo de Belchite, fue su
primera actuación y creo que no tuvo mucho éxito.
No sé si tuve mucho éxito o no, lo que pasa es que allí había un abuelo que me
dijo aquella frase famosa: “no vuelvas a cantar que eso es cosa de maricones”. Pero
bueno, lo que demuestra es que aquel pueblo estaba vivo, era la nochevieja de no
sé qué año exactamente pero estaba vivo el pueblo.
Me contaba antes que guarda recuerdos de haber pasado largas temporadas
en Belchite, sin embargo el poema que le dedica al pueblo y su novela El
comité dan la sensación que sólo tiene recuerdos tristes relacionados con
Belchite.
No, ese pueblo tiene dos visiones, por un parte una visión optimista de los veranos
y por otra parte el drama de la Guerra. Belchite sufrió mucho con la Guerra y
además a Belchite lo marcó la Guerra para siempre, hoy en día todavía sigue
existiendo esa marca. Cuando escribes algo de Belchite pues escribes con tristeza.
Yo tengo un cuento por ahí que está medio perdido, se llama Medio metro que cuenta un drama de esa historia también, yo creo que Belchite ha sufrido mucho, es un pueblo de los más sufridores de España.
Este pueblo es la cabecera de la Comarca Campo de Belchite que junto a otras cuatro comarcas aragonesas quedaron fuera del Plan Estratégico
de Infraestructuras y Transportes 2005-2020. Si a esto unimos la falta
industrialización, el futuro se presenta complicado, ¿cómo lo ve José Antonio Labordeta?
Yo creo que Belchite siempre ha tenido un futuro muy complicado porque ha
vivido siempre del aceite, un poco del trigo, pero no ha sido un pueblo que haya tenido una gran industria. Mucha gente viene a trabajar a Zaragoza, si ahora encima no hay trabajo...
Los datos no mienten, el censo demográfico de 2008 reflejaba que la
comarca tiene 5.200 habitantes repartidos en 15 pueblos. Parece un desierto
demográfico instalado en un desierto geográfico. ¿Por qué cree que todavía
hay gente que se resiste a abandonar los pueblos?
Creo que es gente que tiene intereses allí, que tiene su vida allí y saben que venirse
a Zaragoza va a resultar muy duro, entonces ellos están aguantando, la gente de esa comarca está aguantando.
Comentaba que su padre compró unos olivares que usted heredó después.
¿Los sigue manteniendo?
Sigo teniendo los 300 olivos que heredé de mi padre, pero como no me dan
nada, no me entero de nada. Como no los quiere comprar nadie ahí están quietos
parados y dan muy poca oliva.